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lunes, 21 de noviembre de 2016

¿La culpa es de los venezolanos o de la xenofobia?

Venezuela se ha caracterizado por ser un país con un gentilicio amable (por lo menos es lo que cuentan los libros de historia), me atrevo a ser tal aseveración porque de un tiempo para acá muchas cosas han cambiado en este pedacito de tierra ubicada "al norte del sur". Muchas lunas han pasado desde que recibíamos jubilosos a cientos de inmigrantes, a quienes les hacíamos sentir parte de nuestra familia, pero insisto, muchas cosas han cambiado.

Aquellos venezolanos afables son una especie en extinción, basta salir a la calle para corroborarlo. La zozobra y el caos se apoderaron del país y, le dejamos colar sin hacer nada por evitarlo. Atrás quedó la "cultura metro" (quizá muchos no sepan qué signifique eso), ya nadie se detiene en la calle a ayudar a quien lo necesita, nadie cede el puesto en los autobuses ¿pero cómo llegamos a este punto?

El odio se sembró en el país y (sin ahondar en materia política) la nación se dividió, los amigos y las familias comenzaron a dar muestras de resentimientos por algo tan humano como la diferencia de criterios, fue así como los afectos al gobierno y los opositores a este, ya no podían convivir juntos, si pensabas diferente eras el enemigo a vencer, la supremacía debía estar "de mi lado". Así, dentro de un país nos fuimos sectorizando, dividiendo. A tal punto que los venezolanos se odiaban entre sí dentro de Venezuela.

Ahora bien ¿Cómo exigir respeto siendo irrespetuoso? ¿Cómo indignarse porque no te quieren en un país ajeno? Si ni siquiera aprecias a tus compatriotas y solo quieres verles de rodillas. ¿Cómo exigir no ser blanco de adjetivos xenófobos? Si tratas a los extranjeros de "cotorros", "gringos" y afirmas que el colombiano "si no la hace en la entrada la hace a la salida".

Es verdad, Venezuela luchó por la emancipación de gran parte de América. Es verdad, Venezuela recibió a muchos extranjeros cuando necesitaban una tierra donde echar raíces. Pero también es verdad que el venezolano se acostumbró a lo fácil, a la "viveza" y a vivir con el "rancho en la cabeza" y, ningún país llámese Panamá, Colombia, Argentina, Estados Unidos o como se llame va a permitir que ningún extranjero quiera vivir en su país como si fuese "el lejano Oeste".

La "Marcha contra venezolanos en Panamá" no es más que el resultado de aquello que llaman "pagar justos por pecadores", y si creen que no me he visto afectado por ello, les dejo la respuesta que recibí de una editorial argentina a la cual contacté recientemente:

"Adolfo

Quizás usted no sea de ese tipo de personas, pero sus hermanos venezolanos no cumplen no pagan las deudas que contraen y son muy mentirosos, y nuestra empresa no trata con ese tipo de personas.
Por eso no trabajamos con escritores venezolanos."

jueves, 10 de noviembre de 2016

Mi Reencuentro con la Poesía

Siendo aún muy joven, me topé con un viejo libro de poesía, recuerdo que lo leía a escondidas, como si se tratase de un libro prohibido, aún no comprendo el por qué de mi comportamiento -tampoco viene al caso- lo que quiero rescatar es que gracias a ese tomo conocí a grandes poetas como Rubén Darío, Pablo Neruda, Andrés Eloy Blanco, José Ángel Buesa y otros que escapan a mi memoria.

Quise emularlos -o quizá ya había germinado la semilla que en mí habían plantado- y comencé a escribir a escondidas mis primeros versos. No quiero presumir de mis cualidades, pero mis maestros habían fomentado en mí la rigidez de la métrica, lo intachable y lo sublime de la poesía, el romanticismo en su máxima expresión, aún puedo escuchar en mi cabeza versos como:


"Se deja de querer, y no se sabe
por qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue".

Aún se repite como un eco intermitente:


"Me gusta cuando callas porque estás como ausente

y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca".

Con esa imágenes flotando en mis neuronas, nacieron algunos poemas, pero a medida que el mundo seguía con su movimiento, el lápiz trazaba otros garabatos sobre el papel, la métrica dejó de tener sentido para mí, el romanticismo me ataba las manos, yo necesitaba escribir más, necesitaba decir más de lo que permitían esos pocos versos y, sin darme cuenta estaba escribiendo en prosa.


¡Que descubrimiento tan sublime! Me sentía libre, como cuando escribía mis primeros versos. Ahora podía decir más de lo que permitía la rima y poco a poco le fui olvidando, a ella, la que despertó pasiones durante mis primeras noches de adolescencia, a ella, que me llevó de su mano a un mundo desconocido para mí, le rehuía, no quería saber de ella.


Es curioso, siempre he sabido que caminamos en círculos -por mucho que nos aterre la idea-, y no debería extrañarme el toparme otra vez con ella, esta vez más madura, sin la sutileza de aquella adolescente idealizada, me reencontré con ella, a quien tanto le huí, ahora con palabras más sabias:

«"No sobes tanto", decía
a su alumno el profesor
de escultura. Y a continuación,
terminada la obra:
"Si pules demasiado
obtienes sólo el brillo"».

Así que, estoy aquí, tentado a caer de nuevo en su red.


PD: Las obras citadas son: "Se deja de querer" de José Ángel Buesa, "Poema 15" de Pablo Neruda y "El brillo de la Palabra" de Juan Calzadilla.

martes, 8 de noviembre de 2016

Presentación

Desde hace mucho tiempo me he visto tentado a crear este blog, no viene al caso las razones por las cuales no me había decidido hacerlo, lo que importa ahora es que acá estoy, frente al monitor, explorando un mundo desconocido mí, pero andado y desandado mil veces por otros más diestros que yo. Así pues, la incertidumbre del viajero durante su primer viaje se hace presente en este instante, sé el destino al cual quiero llegar, aunque en esta hora desconozco el camino que me llevará a él.

A mis posibles seguidores, espero sea de su agrado las pinceladas que iré dejando acá, a medida que me familiarice le iré dando forma a esta idea. Finalizo esta primera entrega con una frase que adopté como un lema, la cual tomé de una canción de "Control Machete" y que lleva por titulo "Ileso":

"No se fracasa si existe un comienzo"